El enfoque sistémico es el abordaje de un objeto, situación o materia bajo las reglas de un sistema, o sea, manteniendo una perspectiva de sistemas, para determinar los elementos que lo componen y la relación existente entre ellos, así como sus entradas y salidas de información respecto al mundo exterior, al sistema.
El enfoque sistémico y la teoría general de sistemas (TGS) están intrínsecamente vinculados, ya que ambos se dedican a desentrañar la complejidad de los fenómenos a través del análisis de las interrelaciones y la interdependencia de los componentes que conforman un sistema.
La TGS, introducida por Ludwig von Bertalanffy en los años 40, define un sistema como un conjunto de elementos interconectados que, al unirse, crean un todo que trasciende la mera suma de sus partes. Este enfoque interdisciplinario se extiende a campos tan diversos como la biología, la sociología, la psicología y la ingeniería, proporcionando un marco conceptual versátil para abordar problemas complejos.
Tanto la TGS como el enfoque sistémico abogan por una perspectiva holística, enfatizando la importancia de considerar el sistema en su totalidad en lugar de enfocarse únicamente en sus componentes individuales. A través de modelos que representan las interacciones y dinámicas dentro de un sistema, la TGS permite analizar cómo los cambios en un elemento pueden repercutir en el sistema global. Un concepto esencial en ambos enfoques es la retroalimentación, donde las acciones de un componente pueden influir en otros, generando un efecto dominó que puede transformar el sistema en su conjunto.
Esta capacidad de adaptación es crucial para la comprensión de los sistemas tanto naturales como sociales, revelando la intrincada red de relaciones que los sostiene.