Guerra híbrida y medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela


Los actuales sucesos de violencia generados en  la Cota 905 por el grupo delincuencial comandado por Carlos Luis Revette, alias «El Koki», no deben ser tomados solo como un enfrentamiento entre bandas delictivas y organismos de seguridad ciudadana; detrás de este hecho existe un plan desestabilizador que buscar robar la paz de la República e incentivar la intervención del país por fuerzas extrajeras.

Es importante ir tres meses atrás, específicamente en abril de este año, cuando el prófugo de la justicia, y actual Coordinador especial de Seguridad e Inteligencia de Venezuela ante Estados Unidos, nombrado por “el autoproclamado” Juan Guaidó, Iván Simonovis, confesó que los hechos de violencia perpetrados en el país, específicamente en Apure, y los que ocurrieron en esa oportunidad en la Cota 905, obedecen a un plan que es crear el “Caos”.

“Hay un denominador común entre los eventos de Apure de hace un mes y los eventos ocurridos hoy en la Cota 905, o los que han sucedido en la 905; el denominador común se llama caos, nada de esto es casual, todo obedece a un plan bien estructurado desde hace años que cuenta con un apoyo multipolar “, dijo Simonovis. 

El covid-19 como guerra híbrida

El coronavirus se mueve rápido, corre atravesando continentes, saltando océanos, aterrorizando a la población en todos los países. El número de infectadxs sigue aumentando, así como el número de muertes. Se lavan manos, se hacen pruebas, se observa distanciamiento físico. No está claro cuán devastadora será esta pandemia ni cuánto tiempo durará.

El 23 de marzo, 12 días después de que la Organización Mundial de la Salud declarara una pandemia, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres dijo, “La furia del virus ilustra la locura de la guerra. Por eso pido hoy un cese al fuego inmediato en todos los rincones del mundo. Es tiempo de poner en cuarentena al conflicto armado y juntos concentrarnos en la verdadera lucha de nuestras vidas”. El secretario Guterres habló de silenciar las armas, detener la artillería y acabar con los ataques aéreos. No se refirió a un conflicto específico, dejando que su llamado flote pesadamente en el aire. Después de seis semanas de deliberación y retrasos causados por Washington, en la primera semana de mayo, el gobierno de los Estados Unidos bloqueó, en el Consejo de Seguridad de la ONU, la votación sobre una resolución que pedía un alto al fuego global.

Los Estados Unidos bloquearon esta resolución, pero ella no ponía atención en el tipo de guerra que EE. UU. está llevando a cabo contra Cuba, Irán y Venezuela –entre otros. Ha impuesto una guerra híbrida. El complejo militar estadounidense ha avanzado en su programa de guerra híbrida que incluye una serie de técnicas para socavar gobiernos y proyectos políticos. Estas técnicas incluyen la movilización del poder de los Estados Unidos sobre las instituciones internacionales (como el FMI, el Banco Mundial y el servicio de transferencias electrónicas SWIFT) para evitar que algunos gobiernos gestionen actividades económicas básicas, así como el uso del poder diplomático estadounidense para aislar a los gobiernos, el uso de sanciones para evitar que empresas privadas hagan negocios con ciertos gobiernos, el uso de la guerra de información para presentar gobiernos o fuerzas políticas como criminales o terroristas y así. Este poderoso conjunto de instrumentos consigue –a plena luz del día– desestabilizar gobiernos y justificar cambios de régimen (para más sobre este tema, véase el dossier No 17 del Instituto Tricontinental de Investigación Social: Venezuela y las guerras híbridas en Nuestra América).