Del rentismo petrolero al modelo de sustitución de importaciones

  El bloqueo ha profundizado el deterioro de los equilibrios macroeconómicos. La caída de los ingresos externos ha sido la más brutal en su historia. En seis años, de 2014- a 2019, se redujeron en 99% los ingresos externos. De cada 100 dólares o euros que el país obtenía por venta de petróleo en 2014, en el 2020 obtuvo menos de 1. Esta caída de los ingresos se aceleró a partir de 2015 cuando se inició la persecución financiera contra PDVSA, que culmina en 2019 con el robo de CITGO.

    Desde 2015 en adelante, el ritmo de caída de los ingresos externos se eleva a 30 mil millones de dólares al año. Esta política ha afectado severamente todos los indicadores macroeconómicos como: la balanza comercial, las reservas internacionales, el Producto Interno Bruto, el índice de precios, la liquidez monetaria, las tasas de interés. También ha afectado el funcionamiento de los circuitos de producción, distribución y consumo de la economía productiva, creando un factor de especulación y caotización que afecta la industria, el comercio, la producción, la prestación de los servicios como la electricidad, el agua, gas, etc.

  La confiscación de los recursos y activos de PDVSA, incluyendo varias refinerías y la empresa CITGO, superan los 40 mil millones de dólares. Entre 2014 y 2019, la producción petrolera cayó 66.5%. Entre 2015 y 2019 Venezuela dejó de producir en total cerca de mil 195 millones de barriles de petróleo. Los ingresos no percibidos por este concepto se ubican en el orden de los 65 mil millones de dólares. Como se comprenderá, estas son las razones que justifican la apertura de la Cátedra Antibloqueo en la Universidad Nacional Experimental de Guayana, como parte de la Red de Cátedras Antibloqueo del Sistema Universitario, para informar a la población sobre la dimensión, ilegalidad e impacto de las medidas coercitivas unilaterales

Numerosas referencias bibliográficas actuales han perfeccionado y desarrollado la teoría ricardiana de la renta: por ejemplo Buchanan et al. (1990); Tullock (2005) y (2005b). Con este marco teórico, recordamos que entre los fines de la década 1930 y el fin de los 1970, el crecimiento del producto venezolano no fue escaso porque promedió 7% anual aunque basado, naturalmente, en la expansión de las exportaciones petroleras como fuente de financiamiento del mercado interno mediante del gasto público. La economía rentista se magnificó en los años 1960 cuando la guerrilla fue el reflujo de la dictadura de Pérez Jiménez, pero también cuando la renta petrolera ganó peso relativo dentro de la economía interna. Durante los 1970, los recursos financieros internacionales provocaron el síndrome holandés como evidencia de la rigidez de la oferta, propia de una economía improductiva con números rojos en las empresas públicas y descontrol del endeudamiento externo. Más tarde este endeudamiento público fue controlado mediante la aplicación del ajuste estructural, aunque éste no haya superado la implementación de, solamente, sus primeras etapas. A partir de entonces y hasta el presente, el valor agregado por las manufacturas y la agricultura no ha experimentado un crecimiento substancial, lo cual sumado al crecimiento de las importaciones que veremos más adelante, nos permite deducir que la rigidez de la oferta, propia de una economía rentista y causante del síndrome holandés sigue vigente y, por lo tanto, el reciclaje de la economía compradora, aun cuando los muy altos precios del petróleo otorguen una formidable fuente de financiamiento para flexibilizar la misma oferta y hagan de cortina de humo con respecto a la necesidad de implementar reformas de eficiencia y eficacia.